Si un niño o niña no aprende a leer o escribir a temprana edad, le es más complejo continuar con todos su aprendizajes. ¿Qué pasa si a esto le sumamos una pandemia? No se preocupen, esta no será otra triste historia. Qué pasaría si les dijéramos que es posible continuar los aprendizajes por medio de llamadas telefónicas. Eso es lo que realiza la Educadora Diferencial Camila Paredes y sus compañeras de la Escuela Rural Quelhue- en la comuna de Pucón – quienes nos demuestran que con esfuerzo y dedicación, han mantenido el vínculo con sus estudiantes.
Tras siete meses de clases a distancia, podemos conocer algunas experiencias de conexión y vínculo entre escuelas y estudiantes. Es el caso de Escuela Básica Quelhue, establecimiento multigrado rural, ubicado aproximadamente a unos 10 Km. al noreste de Pucón, en la Comunidad Indígena Manuel Huaiquivir de Quelhue.
Según el reciente estudio elaborado por el Ministerio de Educación y el Banco Mundial, de mantenerse las clases a distancia por 10 meses el retroceso del aprendizaje de los niños y niñas podría significar un promedio de 1,3 años. Este escenario es aún más desalentador sabiendo que el 60% de los estudiantes en Chile que pasa a 2º básico no cuentan con las competencias básica de lectura y escritura, esto en un año sin pandemia según la Agencia de la Calidad de la Educación (2017).
Sin embargo, existen historias de comunidades educativas y equipos de escuelas que son dignas de destacar. Es el caso de la Escuela Quelhue quienes por medio TV Educa Chile conocieron nuestro programa televisivo AlfadecaTV, desde ahí comenzó una colaboración que llevó a un acompañamiento semanal con mentorias al equipo en sala, permitiendo apoyar a estudiantes de 1º a 5to básico en el aprendizaje de la lectoescritura.
Así nos contó Camila Paredes, Educadora Diferencial y Coordinadora del Programa de Integración Escolar de la Escuela Quelhue. “Ha sido increíble para las cuatro personas que componemos el equipo de aula trabajar con Alfadeca, el cual nos ha ayudado en dos grandes líneas que es, el trabajo con los estudiantes por la metodología que nos entrega y por otro lado, la contención profesional y apoyo que nos han proporcionado como equipo… La mentora de la Fundación nos muestra cosas positivas de nuestra labor que incorporamos en esta pandemia y que muchas veces logramos visualizar, eso es motivante y nos ayuda mucho como docentes y profesionales de la educación”, menciona Camila quien junto al equipo de aula cada 15 días se reunen en la escuela rural para preparar el material de sus 34 alumnos, que luego reparten casa por casa. Es así como cada visita, se transforma en un tesoro que renueva la energía de este equipo y de sus estudiantes.
Enseñar a Leer en una Escuela Rural
Cuando hablamos de enseñar a leer y escribir, siempre tenemos en mente un gran desafío, más si pensamos que es de manera online y quizás con mayor complejidad si nos referimos a escuelas rurales, considerando que existen cerca de 3200 establecimientos que educan aproximadamente a 200 mil estudiantes.
Hay que considerar que las zonas rurales el doble de familias vive bajo la línea de la pobreza (16.5%) en comparación con las zonas urbanas (7.42%). La situación se agrava en la zona sur del país (desde la Araucanía a Magallanes) donde el porcentaje de pobreza sube a 21.36%, esto según la encuesta CASEN (2017).Este escenario social dificulta el aprendizaje a distancia, esto se demuestra ya que solo el 27% de las escuelas vulnerables logran acceder a los aprendizajes según el reciente estudio realizado por el Banco Mundial y el MINEDUC.
La Escuela Quelhue cuenta con una matrícula de 34 estudiantes en enseñanza básica y 18 en jardín infantil. Los cursos de la escuela van de 1º a 3º básico en 1º ciclo y el 2º ciclo atiende de 4to a 6to básico. “Hoy nosotros tenemos un grupo de 25 alumnos, con los que trabajamos de manera directa mediante llamadas telefónicas, ya que internet no funciona acá“ menciona Camila respecto al principal medio de comunicación con los alumnos.
“En esta zona muchas veces no les llega señal telefónica a los estudiantes…lo que hicimos fue darles un horario a ellos y sus familias en el cual tienen que estar en sus casas o salir al portón para poder contactarse y nos comunicamos tres veces con cada estudiante y realizamos clases durante 40 min”, comparte la educadora respecto a la forma de trabajo y vínculo que han implementado con sus alumnos. Esta nueva metodología ha significado un desafío para Camila y el equipo de la Escuela Quelhue, ya que debieron reforzar el contacto con el apoderado, quien debe estar en la casa a la hora y día acordado de la clase, debe tener su teléfono cargado y su hijo o hija debe tener su guía de trabajo en mano. “Muchas veces los niños no nos entienden.. entonces mandamos un video o una foto, esperando que si nos permite el internet por whatsapp llegue en ese momento para continuar la clase… si es que llega” agrega Camila.
“Para nosotros no poder conectarnos con los niños y verlos de manera virtual es muy difícil. Yo siempre les digo que deben encontrar un sentido del por qué vienen a la escuela y no quiero que me respondan porque los papás los enviaron. Puede ser porque quieren que el planeta esté menos contaminado por ejemplo. Los niños no necesariamente deben tener los mejores puntajes, pueden desarrollar otras habilidades y aún así ser muy exitosos en su vida, el éxito no está siempre determinado con que vayas a una buena universidad o tengas un gran trabajo, pero sí que aprendas a leer y escribir”.
Uno de los desafíos de enseñar a distancia, fue integrar rutinas de estudios que fueran compatibles con las familias, sumado a eso está contar con un medio de comunicación como celular y/o computador con internet o señal, sin embargo el trabajo que el equipo de la Escuela Quelhue ha realizado con el Programa Alfadeca, ha generado grandes resultados, siendo replicado incluso en alumnos de otros niveles del mismo establecimiento. “Hoy vemos niños y niñas muy motivados. Una anécdota que me gusta contar es que una apoderada nos contó que su hijo un día salió con su celular, recién regalado por sus buenos resultados con Alfadeca. El salió con el teléfono porque sabía que la profesora Pauli lo llamaría para su clase y no podía perderla, en eso ve que su hijo llegó corriendo a la casa gritando -¡mamá la guía Alfadeca!-. Eso nos demuestra que los niños han entendido que hay una rutina de estudio y que al final nuestras visitas, los llamados, todas las planificaciones y esa vocación docente de enseñar en una escuela rural, es para eso, para tener un vínculo que despierte el interés y las ganas por aprender” agregó Camilia.